lunes, 19 de septiembre de 2011

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Dulcinea:
Ya no se que hacer. Dulcinea, te falle. Créeme que he intentado azotar a Sancho para poder desencantarte pero por mas que lo intente, el condenado Sancho tiene tanta suerte que logra librarse del azote.
Por favor dame mas tiempo. Yo se que en algún momento lograre que Sancho se azote. En algún momento el se dará cuenta de que lo mejor para todos es hacer eso.
Tu amado,
Don Quijote de la Mancha

Ya estamos cerca de Barcelona, las pistas lo demuestran. Vimos a unos bandoleros ahorcados de unos arboles.
Me parece muy bien que aquellas personas que hayan cometido algún mal sean castigadas con pena de muerte. Estas personas deben asumir las consecuencias de sus actos como caballeros.

Me alaga que personas comunes y corrientes quieran conocerme debido a los méritos que tan reconocidos tengo. Hoy llego un hombre a saludarme con tanta admiración que me sorprendió su expresión en el rostro; el era un admirador mio y ansiaba el momento en que pudiera conocerme.
Los deseos se cumplen, porque este pobre hombre ya me conoció.

Una muchacha de hermosa caballera y ojos profundos se acerco a nosotros (Sancho y yo) para pedirnos un favor: que la pasáramos a Francia y que defendiésemos a su padre. Nos contó una historia personal que contaba a cerca de sus tontos celos.
Yo pienso que los celos son inseguridad de una persona. Uno debe confiar en su pareja. Por eso, yo siempre he confiado en Dulcinea, aunque la distancia nos separe, yo se que ella sigue amándome tanto como yo a ella.

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