domingo, 25 de abril de 2010

cap. 11


Sancho, mi fiel escudero, estaba acomodando el caballo y el burro, cuando en ese momento nos llegó un delicioso olor a cabra asada, el cual sin duda, nos abrió el apetito a ambos. Asi que sin pensarlo dos veces , nos acercamos hacia el lugar donde provenia este espectacular olor. Cuando llegamos al lugar, unos amables pastores nos ofrecieron de su comida y nos dieron posada. Yo por supuesto acepte ambas, les agradecí y les dije que algun dia se los recompensaría con alguna hazaña de caballero, ya sea que ellos algun dia esten en peligro, o en alguna otra circunstancia que se les presente, ellos podrian pedir mi ayuda, sin ningun compromiso, y yo les ayudaria con mucho gusto. Por otro lado Sancho, no aceptó comer, junto con nosotros, debido a que no se sentía a gusto comiendo con personas que tuvieran tan refinados sus modales a la hora de comer y pensaba que las demas personas se iban a burlar de él, por la forma en que comía, y el mismo no sentiria la comida del mismo modo. De igual forma, le ordene a Sancho que se sentara con nosotros y disfrutara comiendo al lado de nosotros, yo no podia permitir que mi mano derecha, compañero de aventuras, honorable escudero, comiera de tan honorable festín alejado de mí.

Mientras comia... me recordé de aquellos tiempos en donde todo era mejor, las personas dialogaban, se trataban mejor, no habían tantos malechores... bueno en general todo era más pacifico y bueno. De hecho estoy empezando a extrañar cada vez más esa época tan gloriosa.

Después de ese día tan agotador, todos nos mereciamos un descanzo, asi que nos fuimos a dormir, ya que las aventuras de mañana nos aguardan anciosamente.




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