sábado, 30 de abril de 2011

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Sancho es un gran tramposo, cree que dándose palmadas en la espalda, se va a salvar de las azotadas. O piensa que puede cambiar las azotadas por palmadas. Pero eso no sirve de absolutamente de nada. La duquesa le dejo claro eso. Le dijo que debía de buscar otro método de azotarse porque ese que tenía era simplemente inútil. Sancho piensa que no vale la pena que el sufriera para que otra persona obtuviera la recompensa.
Sancho no aprende nada. No sabe que el ser codicioso es malo y lo convierte en un futuro mal gobernador.
Sancho le enseño a la Duquesa una carta que quería mandarle a su mujer. En ella él le hablaba a su mujer a cerca de lo que había pasado últimamente. Que el Duque le prometió el gobierno de la ínsula. Que al fin lo que tanto ha deseado lo iba obtener. También le dijo que estaba esperando con ansias el momento en que pudiera gobernar la ínsula para ganar, al fin, un poco de dinero.

Mientras comíamos, se acercó un hombre llamado Trifaldin. Trifaldin me informo de que la Condesa Trifaldi me esperaba afuera y quería hablar conmigo a cerca de lo que yo más tengo conocimiento, temas caballerescos.

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